Lucía Olivares Casamayor
Universidad de Castilla-La Mancha
Facultad de Enfermería de Cuenca
Trabajo Fin de Grado
Convocatoria Ordinaria. Curso 2016/2017
Tutor: Alberto González García
Resumen
En esta revisión bibliográfica se pretende hacer una actualización acerca del abordaje en el cuidado de pacientes terminales, se hace un repaso sobre los puntos clave para poder brindar una asistencia de calidad a este tipo de pacientes.
Desataca el papel de la enfermera como centro de los cuidados, cuya formación debe ser acorde ya que es un pilar fundamental tanto para el enfermo como para la familia.
Palabras clave: cuidados paliativos, adaptación, duelo, cáncer, enfermedad avanzada y terminal, calidad de vida, planes de cuidados, fallecimiento, agonía.
Abstract
Parkinson’s disease is a neurodegenerative disorder that affects to physical, psychological and functional states. Nowadays any cure for the Parkinson’s disease is available, however the pharmacological treatment is the only one that allows to have the symptoms under control. Nevertheless, physical activity and exercise seem to represent effective strategies to alleviate these symptoms.
The main purpose of this review is to evaluate the effectiveness of physical therapy as a treatment for Parkinson’s disease. Other goals were to create a guide with recommendations for the patients and to stablish a follow-up guidelines for the health professionals.
In order to achieve these goals a systematic review has been carried out from the literature found in databases, general search engines and libraries. After applying a pair of inclusion and exclusion criteria, fourteen studies have been selected with regard to different fitness techniques in the treatment of Parkinson’s disease.
There is scientific evidence that physical therapy minimizes the symptomatology and severity of this disease. Thus, these programs should be applied clinically as soon as possible, being previously adapted and individualized to each patient.
Keywords: Parkinson’s disease, treatment, multidisciplinary care, physical activity, physical therapy and nursing care.
INTRODUCCIÓN
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa, crónica e invalidante que solo en España afecta a más de 160000 personas (1). Se trata de la primera causa de consulta en centros especializados en alteraciones del movimiento, y como enfermedad neurológica solo es superada en frecuencia por la enfermedad de Alzheimer (2). Sin embargo, además de contar con numerosos estereotipos y engranajes de convencionalismos a nivel social, mucha gente sigue desconociendo sus síntomas más característicos al igual que los posibles tratamientos existentes (1).
La Federación Española del Parkinson (FEP) define esta patología como una enfermedad que afecta al área encargada de coordinar la actividad, movimientos y tono muscular del Sistema Nervioso (3). Se trata de un desorden crónico neurodegenerativo provocado por la pérdida progresiva de neuronas dopaminérgicas (4). Esta carencia progresiva conlleva a la falta de dopamina, neurotransmisor sin el cual se inician los problemas motores característicos de la enfermedad que son la bradicinesia, los movimientos involuntarios (temblores), la rigidez muscular y la alteración de los reflejos posturales (3,4). Además de esta clásica tétrada de manifestaciones motoras cardinales, los pacientes parkinsonianos pueden presentar otro tipo de síntomas denominados no motores, que se pueden agrupar en neuropsiquiátricos y cognitivos (ansiedad, psicosis, demencia, etcétera), sensoriales y autónomos (6).
Esta patología presenta una distribución global sin diferencia sexual que afecta principalmente a hombres y mujeres de 60 y 70 años. Aunque solo el 15% de los pacientes parkinsonianos presentan síntomas antes de los 50 años, se trata de una enfermedad neurológica que puede presentarse a cualquier edad, y existe evidencia de que la exposición a largos periodos de estrés en la infancia y pubertad interfiere en el desarrollo normal del cerebro. Esto hace aumentar la susceptibilidad de dichos jóvenes a posteriores edades mentales (7). Sin embargo, ante el envejecimiento de la población y el aumento progresivo de la esperanza de vida es previsible un simultáneo crecimiento del número de pacientes parkinsonianos, lo cual aumentaría la incidencia de la Enfermedad de Parkinson (EP) (8).
La EP tiene a su vez un gran impacto negativo en la calidad de vida de aquellos que la padecen, existiendo una gran correlación con la aparición de episodios de depresión (9,10). Esto puede deberse al sentimiento de frustración y limitación que sufren ante la sensación de pérdida de control del propio cuerpo (7,11). Los problemas de autocuidado son también frecuentes en los pacientes parkinsonianos (8) ya que, por ejemplo, los desórdenes motores tienen un gran impacto en las acciones de rotación o alternación como pueden ser untar mantequilla o lavarse los dientes, y acciones que requieren equilibrio, como levantarse de la cama, etcétera. Todo ello hace que las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) requieran mayor tiempo y esfuerzo (8), y deriven en una evidente falta de confianza en ellos mismos (12). Sin embargo, la EP es una enfermedad crónica que no solo afecta al individuo que lo padece sino también a aquellos que lo rodean y que en múltiples ocasiones se ven obligados a asumir el rol de cuidador. Implica una serie de trastornos económicos, sociales y psico-emocionales en el paciente y su entorno (2).
A pesar de los avances en Neurología, el origen de esta patología hasta el momento sigue siendo desconocido (13). Sí es cierto que se especula con la combinación de factores genéticos y factores ambientales como los responsables de la pérdida neuronal (8). Debido a su comienzo insidioso y a la heterogeneidad de su presentación clínica, es una patología frecuentemente infradiagnosticada y, una vez diagnosticada, aunque se hayan publicado numerosas guías y recomendaciones, el tratamiento no está claramente definido (14).
En la actualidad el tratamiento específico para la EP se centra en la terapia farmacológica basada fundamentalmente en la supresión o mejora de los síntomas de la EP mediante la administración oral de levodopa, a modo sustitutivo (14). Sin embargo, su consumo crónico sobre todo en estadios avanzados, se ha asociado con síntomas refractarios del tratamiento, así como otros síntomas secundarios (15).
La actividad física (AF) se define como todo movimiento ejecutado por los músculos esqueléticos que aumenta el gasto y consumo de energía, independientemente de que sea una actividad de ocio o no. Se trata a su vez de un término de gran amplitud que engloba el ejercicio físico (EF). El EF es el conjunto de movimientos planificados, estructurados y repetitivos realizados con la finalidad de mantener la forma física y la salud, dentro del cual se engloban los ejercicios aeróbicos (baja intensidad y larga duración) y aeróbicos (cortos pero intensos) (16).
La terapia física (TF) no puede curar en sí la EP, porque se trata de un daño neurológico irreversible. Sin embargo, se trata de un tratamiento compensatorio en el que el paciente parkinsoniano aprende estrategias y nuevos movimientos por medio de un profesional de enfermería, a través de las cuales fortalecer y retrasar el deterioro de los músculos (17).
Partiendo de que la cronicidad de la enfermedad es por tanto una frecuente causa de discapacidad en general, y de forma más destacable en ancianos (14), ofrecer un tratamiento no farmacológico a estos pacientes basados en el abordaje multidisciplinario e integral estos cobra mayor importancia (18). Es por ello que una buena promoción y realización de actividad física en el enfermo de Parkinson podría suponer una eficaz terapia para promover su autosuficiencia y mejorar su estado anímico, alentando el deterioro físico propio de la enfermedad, labor para cual debe destacarse la figura del profesional de enfermería.
OBJETIVOS
El objetivo general de este trabajo es valorar la efectividad de la actividad física en el tratamiento de la Enfermedad de Parkinson. Los objetivos específicos son:
- Elaborar una guía de recomendaciones para pacientes con Parkinson basada en la evidencia científica encontrada.
- Establecer pautas de seguimiento para los profesionales sanitarios
METODOLOGÍA
Se ha realizado una revisión sistemática de la literatura ya existente que evidencie la efectividad de actividad física como tratamiento coadyuvante en la Enfermedad de Parkinson.
Para ello se ha llevado a cabo una búsqueda en las bases de datos Pubmed, Medline, Web of Knowledge, The Cocharne Library y Dialnet. También se hizo uso de buscadores generales Google Académico (www.Scholar.Google.es) y Google Libros (www.Books.Google.es), y en menor medida de la base de datos disponible en la UCLM accediendo a la Biblioteca Universitaria a través de su propia página web (www.biblioteca.uclm.es), así como el buscador Plinio integrada en ella. Para tal búsqueda de información se aplicaron las palabras clave: Enfermedad de Parkinson (Parkinson’s disease), tratamiento (treatment), cuidado multidisciplinario (multidisciplinary care), actividad física (physicalactivity), terapia física (physical therapy) y cuidados de enfermería (nursing care).
Los criterios de inclusión aplicados fueron que la población diana a la que estuviese dirigida cada intervención fuera adulta sin distinción de sexo o estadio. Como criterios de exclusión se descartaron aquellos estudios con una antigüedad igual o superior a 10 años, escritos en un idioma distinto al inglés, español o italiano, y aquellos estudios donde los pacientes presentasen pluripatología o comorbilidad diversa.
Tras la búsqueda, el número inicial de documentos encontrados fue de 30. Tras aplicar los criterios de inclusión y exclusión el número se redujo a 14, de los cuales 4 se basan en la eficacia de programas aeróbicos en la EP, 3 en ejercicios de fuerza y flexibilidad, 4 en entrenamientos de la flexibilidad y 3 en actividades multifacéticas (figura 1).
Figura 1. Diagrama de flujo del proceso de búsqueda y selección de los artículos
El tiempo estimado empleado para la búsqueda, lectura y análisis total de la bibliografía presente en el trabajo ha sido de dos meses, sin tener en cuenta posteriores búsquedas y fuentes encontradas durante la realización del mismo.
RESULTADOS
TRATAMIENTO DE LA ENFERMEDAD DE PARKINSON
Tradicionalmente se pensaba que el tratamiento debía implicar a una única especialidad médica, por lo general aquella especializada en Neurología o Geriatría. Sin embargo, dada la complejidad de la enfermedad se requiere imprescindiblemente un abordaje multidisciplinar para proporcionar la atención integral que requiere el paciente (1).
El tratamiento tradicional es el médico basado en el tratamiento farmacológico, quirúrgico o una combinación de ambos, y cuya finalidad es el alivio sintomático, principalmente de las alteraciones motoras (19).
El tratamiento farmacológico se basa fundamentalmente en la supresión o mejora de los síntomas de la EP mediante la administración oral de levodopa, a modo sustitutivo (14). Sin embargo, a pesar de los avances farmacológicos, este sigue siendo en muchos pacientes insatisfactorio debido a que su consumo crónico se ha asociado con síntomas refractarios del tratamiento por los cambios en la toma de decisiones que genera la descarga dopaminérgica (20).
El tratamiento quirúrgico engloba todas aquellas técnicas quirúrgicas dirigidas a aquellos pacientes que, a pesar de haber sido tratados con la combinación de los diferentes tratamientos farmacológicos, no es suficiente (8). En la actualidad, existen tres técnicas principalmente: la lesión de los núcleos del cerebro, su estimulación conocida como estimulación cerebral profunda, y el trasplante de células de hematopoyéticas (21).
Dentro de los tratamientos no farmacológicos se incluyen una serie de métodos y terapias como el ejercicio físico, la fisioterapia, los dietoterapia, la terapia ocupacional y los grupos de apoyo, la logopedia, etcétera (14). El objetivo principal de la TF o EF es el mantenimiento del movimiento, marcha e independencia del paciente, favoreciendo a su vez la coordinación neuromuscular, así como la flexibilidad y el equilibrio (14), dado que los problemas motores que podemos encontrar en un paciente con Párkinson son los siguientes (15,22,23):
- Bradicinesia: síntoma característico y muy incapacitante de la EP, que se basa en la lentitud de movimientos (24). Se manifiesta mediante alteraciones de la postura y el equilibrio, así como en la marcha (marcha festinante) (25). De hecho, es una de las principales causas de caídas en el paciente. También supone una dificultad en el proceso de planificación, inicio y ejecución de diversos movimientos, así como a la hora de hacer tareas simultáneas. Para finalmente limitar su independencia en las ABVD (26). – Temblor en reposo o movimientos involuntarios: temblor parkinsoniano que aparece en el 90% de los enfermos. Caracterizados por ser movimientos que desaparecen con la acción y durante el sueño. Estos suelen darse en la zona distal de las extremidades, siendo en las superiores de tipo pronosupinación y en las inferiores de tipo abducción-aducción. También puede darse en labios, mandíbula o barbilla.
- Rigidez o resistencia pasiva al movimiento. Puede ser de dos tipos: continua durante todo el movimiento, conocida como tubería de plomo, o intermitente o rueda dentada. A su vez, la rigidez es mayor con el movimiento y en frío, que en reposo (24), y se da con mayor frecuencia en las articulaciones distales que en las proximales. Como consecuencia de la rigidez muscular puede aparecer flexión de tronco (camptocorna), de columna (signo de Pisa), cuello, muñecas y antebrazo.
- Alteración de los reflejos posturales: se trata de una manifestación tardía de la EP que afecta principalmente al equilibrio y la marcha del individuo. Esta pérdida conduce a bloqueos durante la marcha o congelaciones (freezing), que forman una importante causa de las caídas y de la discapacidad que presentan estos pacientes. Estas congelaciones no presentan una clara respuesta al tratamiento dopaminérgico, sin embargo, tienen una mejor previsión al tratarlas con ejercicio físico tales como caminar o seguimiento de ritmos musicales (27).
LA TERAPIA FÍSICA COMO TRATAMIENTO DE LA EP
El objetivo de la revisión sistemática era evaluar la efectividad de la terapia física en el paciente con EP. En los últimos años, diversos programas de TF han sido probados en los pacientes con EP, y su eficacia ha sido parcialmente probada en diversas revisiones bibliográficas y meta-análisis. Además, la promoción de la AF en EP también surtirá efecto en la mejora de algunos síntomas como la depresión y el insomnio (28).
Según dos guías clínicas (29,30) toda terapia de ejercicios de ejercicios debe establecer estos cincos objetivos esenciales:
- Mejorar y/o mantener la capacidad física y la aptitud cardiovascular, mediante el entrenamiento aeróbico.
- Mantener y mejorar la fuerza muscular, Range of Movement (ROM), disminuir la rigidez y mejorar el bienestar y calidad de vida, mediante ejercicios de fuerza y flexibilidad.
- Evitar y disminuir el riesgo de caídas, mediante la mejora del control postural y calidad de vida conseguidos a través de entrenamientos del equilibrio.
- Establecer estrategias de movimientos cognitivos.
- Mejorar la función motora, especialmente la marcha y la calidad de vida, para lo cual se emplean estrategias externas (visuales o auditivas).
Debido a la naturaleza progresiva que caracteriza la EP, parece lógico empezar la intervención a través del EF en estadios tempranos, con el objetivo de mejorar la calidad de vida y funcionalidad, cuantificable con la escala “Unified Parkinson’s Disease Rating Scale” (UPDRS) (anexo1) y retrasa el avance de esta patología.
Para optimizar los resultados se debe evitar un contraproducente número de situaciones adversas, por lo que es necesario individualizar y ajustar todo programa a las características de cada uno. Sin embargo, la adherencia y cumplimiento a largo plazo son los aspectos más difíciles de alcanzar, por lo que se recomienda incorporar a los ejercicios aeróbicos, de fuerza, flexibilidad y equilibrio, ejercicios con estrategias cognitivas, auditivas, visuales o propioceptoras (31).
Respecto a su dosificación, se pueden observar las recomendaciones recogidas por la American College of Sport Medicine (ACSM) (32)(tabla 1).
Tabla 1.Recomendaciones según la ACSM (32)
TIPO DE EJERCICIO | INTENSIDAD Y FRECUENCIA |
Ejercicio aeróbico | Ejercicio moderado: sesiones de 30’, ≥5 días/semana. Ejercicio vigoroso: sesiones de 20’, ≥ 3 días/semana. |
Ejercicio de fuerza | Sesiones de 8-10 ejercicios donde se trabajen los grandes grupos musculares de los MMII, con 2/3 series |
flexibilidad | veces/semana. |
Ejercicio de equilibrio* | Sesiones de entre 30-60’, 2-3 veces/semana. |
Ejercicios multifacéticos (danza, taichí o yoga) | Sesiones de 60’, 2-3 veces/semana. |
* Solo en ancianos con riesgo de caídas.
Partiendo de estos puntos esenciales, se clasificaron según la tipología de ejercicios tratados para valorar la eficacia de los distintos entrenamientos en la EP.
Ejercicios aeróbicos
Parece haber consenso en los beneficios que ofrecen los entrenamientos aeróbicos en la EP. Shulman et al (33) quiso a través de su estudio comparar la eficacia de tres ejercicios físicos (tapiz de alta intensidad, tapiz de baja intensidad y fuerza y flexibilidad) en la mejora de la marcha, aptitud física y fuerza. Como resultados, demostró que el ejercicio físico de alta y baja intensidad en tapiz ofrece una mejora general de la marcha y aptitud física cardiovascular, además de que la baja intensidad produjo una mejora del 12% (p=0,001) en la velocidad de la marcha, frente a un 6% de mejora (p=0,07) del grupo de alta intensidad. No se encontraron con situaciones adversas, ni se necesitó alterar la medicación de los participantes. Nadeau et al (34) en su intento por evaluar los efectos de un entrenamiento en cinta de correr observó que los participantes del Grupo Intervención (GI) con entrenamiento en cinta alcanzaron una puntuación más alta en la escala de UPDRS con una mejoría del 85%, así como un incremento de la velocidad de la marcha. El grupo mixto obtuvo una mejoría del 25,44% y el Grupo Control (GC) no presentó cambios. Fernández del Olmo et al (35), además de evaluar los beneficios de un entrenamiento aeróbico en pacientes con EP, quiso comparar los efectos de un entrenamiento de marcha sobre cinta correr y sobre suelo, viendo la diferencia metabólica entre los dos. Tras ver los resultados, se llegó a la conclusión de que los participantes del grupo de cinta presentaban un menor gasto de energía respecto a los que entrenaban en el suelo y un menor consumo de O2. Y Bello et al (36) que ambos grupos mejoraban la velocidad de la marcha y la longitud de la zancada, sin embargo eran los del entrenamiento en cinta los que obtuvieron mejor puntuación en el “The Timed Up and Go Test” (TUG) y en el equilibrio.
Ejercicios de fuerza y flexibilidad
En el entrenamiento de fuerza y flexibilidad, Schiling et al (37) en su estudio para examinar los efectos de un programa de ejercicios de fuerza de alta carga y volumen moderado para miembros inferiores (MMII) y la movilidad funcional, evidenció que el grupo intervención obtuvo una mejora significativa en la fuerza máxima absoluta y relativa de prensa de piernas (24% y 29% respectivamente). También se obtuvo buenos resultados de la UPDRS total (GI=19,1±7,0; GC=23,3±18,0) y en el tiempo del TUG (6,7 segundos cuando la media es 8,1 segundos). Hass et al (38) en cambio, prefirió evaluar los beneficios potenciales de un entrenamiento de fuerza progresivo en la ejecución del inicio de la marcha, donde se evidenció una mejora en el desplazamiento, velocidad e inicio de la marcha, sin incidentes adversos. Por otro lado se encuentra Corcos et al (39) quienes compararon los resultados de un entrenamiento basado en fuerza progresiva con otro que contaba con ejercicios de flexibilidad, equilibrio y fuerza no progresiva. Entre sus resultados se encontraron que solo 38 finalizaron la intervención, a los 24 meses los resultados de la UPDRS III decrecieron en el grupo de ejercicios de fuerza progresiva con un 95 % de mejora (diferencia de -7,3 puntos) y se presenciaron 10 sucesos adversos.
Ejercicios de equilibrio
Por último, dentro de los entrenamientos tradicionales de equilibrio se puede destacar el estudio de Conradson et al (40). En él se pretendía examinar los efectos potenciales a corto plazo obtenidos a partir de un entrenamiento de equilibrio mediante el Hi-Balance program, comparado con un entrenamiento normal. Se observó una mejora en el control del equilibrio postural, con resultados en el Mini BESTest (p=0,001) de una diferencia de 0,9 en el GC y de 3 en el GI. No hubo cambios en las caídas y el GI presentó mejoras a nivel cognitivo. También encontramos el estudio dirigido por Smania et al (41) quienes además de los efectos del entrenamiento de equilibrio, querían evaluar la influencia del control del equilibrio sobre la confianza de los pacientes. En el GI se observaron resultados en Berg Balance Scale (BBS) (p=0,28) de 16,97 puntos, en la Activity-Specific Balance Confidence Scale (ABC) (p=0,28) con 16.97 puntos y un cambio en la UPDRS que aumentó de un 43 inicial a un 45,7 final. Dentro de los entrenamientos basados en el equilibrio, se encuentran estudios como el de Volpe et al (42) que proponen una terapia acuática como medio para obtener un mejor control postural. Se obtuvieron resultados que garantizaban la seguridad y viabilidad de esta nueva terapia (BBS p=0,005; ABC p=0,0001; Escala de eficacia de caídas (FES) p=0,005). Otro medio o forma de entrenamiento alternativa fue la propuesta por el grupo de Pompeu et al (43) donde se compararon y evaluaron los resultados obtenidos de un entrenamiento de equilibrio básico, con los obtenidos a través de Nintendo
WiiTM. Este estudio se basaba en la estimulación cognitiva como medio para obtener mejores resultados, sin embargo no se observaron grandes diferencias entre los resultados alcanzados entre los grupos.
Ejercicios multifacéticos
Por otro lado, el ejercicio multifacético se ha comenzado a estudiar al englobar múltiples aspectos de la enfermedad, ya que se conoce su naturaleza multifactorial.
El yoga es una forma de ejercicio suave, que se presenta como una alternativa para aquellos pacientes que no sean capaces de desempeñar entrenamientos moderados-intensos debido a sus limitaciones. En el estudio encontrado de Colgrove et al(44) se trató de evaluar la fiabilidad de un tipo de yoga denominado Iyengar en personas con EP con el objetivo de reunir datos sobre el efecto de esta en la función motora de los participantes. Como resultados los participantes manifestaron su valoración positiva hacia el programa.
Por otro lado encontramos la danza, que parece ser uno de los protocolos de ejercicio más efectivos en pacientes con EP (30). Estudios como los de Duncan et al en 2012 (45) y 2014 (46) demostraron una mejora significativa en los primeros 12 meses de los síntomas motores del GI (p=12,8) frente al GC (p=12) según la UPDRS III, y obteniendo un resultado de 0,12 m/s superior ya a los 6 meses el GI. Mejora que se conservaría a los 12 y 14 meses en los que además se evidenció una mejora en la puntuación del Mini BESTest, donde el GI consiguió 21,3±1,0 y el GC 17,2±1,1.
Se muestra un breve resumen de las características de cada uno de los estudios en la tabla 2.
AUTORES YAÑO | TIPO DE ENTRENA MIENTO | DURACIÓ N | MUESTRA | GRUPOSDEINTERVENCIÓN | EVALUACIÓN | RESULTADOS |
Shulman et al(33) 2013 | Aeróbico, de fuerza y flexibilidad. | 3 meses | n=80 En fase “OFF” de la medicación. | Grupo entrenamiento en tapiz de alta intensidad (G1): (n=26) Ejercicios inicialmente al 40-50% FC max. durante 15’ que aumentan cada dos semanas 5’ hasta alcanzar los 30’ al 7080% FC max. Siempre al 1% de inclinación. Grupo entrenamiento en tapiz de baja intensidad (G2): (n=26) Ejercicios al 0% de inclinación a un ritmo cómodo con FC max. de 40-50%, en los que solo aumenta el tiempo inicial que es 15’ cada dos semanas 5’. Grupo de entrenamiento de fuerza y flexibilidad (G3): (n=28) Ejercicios donde se ejercitan los principales grupos musculares. *Todos realizarán 3 sesiones semanales durante 3 meses. | Valoración pre y post intervención : aptitud física: pico VO2; evaluación de la marcha (Test 6’); evaluación de la severidad (UPDRS); evaluación de la fuerza; FES; evaluación de la actividad física e incapacidad; TUG. | Test 6’: G1:12% de mejora y p=0.001. G2: 6% mejora. G3: p=0,02 Aptitud física CV: G1 y G2 mejoran significativamente. Evaluación fuerza: G3: único grupo que muestra mejoría satisfactoria. Resto de Test sin resultados destacables. |
Nadeau et al(34) 2014 | Entrenamiento aeróbico. | 24 semanas | n=45 En fase “OFF” de la medicación. | Grupo 1 cinta de correr (G1): (n=17) Entrenamiento a velocidad 0.2km/h a un ritmo suave. Grupo 2 cinta de correr (G2): (n=14) Entrenamiento a velocidad 0.2 km/h con inclinación del 1%. Grupo control (GC): (n=14) Ejercicios ligeros supervisados durante 1 hora 2 veces/semana, más otra hora semanal en casa. * El G1 y G2 realizarán 3 sesiones semanales durante 1 hora. | Pre intervención, y a las 12 y 24 semanas: parámetros espaciotemporales de la marcha: velocidad y longitud de zancada; evaluación de la marcha (Test 6’); evaluación severidad de enfermedad (UPDRS); escala de confianza de equilibrio en actividades específicas e inventario de depresión de Beck. | UPDRS: G1 y G2:mejoría del 25,44% y 85% respectivamente. GC: sin cambios. Longitud de zancada y distancia recorrida a los 6’ evidentemente mejorada en G1 Y G2. |
Fernández del Olmo et al(35) 2014 | Entrenamiento aeróbico. | 5 semanas | n=22 | Grupo cinta de correr: (n=11) Participantes agarrados y con arneses para evitar caídas. Grupo marcha en el suelo: (n=11) Entrenamiento en instalaciones adaptadas. *Ambos entrenamientos con tres sesiones semanales. Inicialmente partirán con cuatro series de 4’ de andar +3’ de descanso., aumentando una serie por semana. | Evaluación Pre- Intervención: Test 6’ en cinta y suelo normal; Evaluación Post- Intervención: Test 6’ en suelo; valoración de los parámetros cinemáticos y economía de la marcha. | Los participantes del grupo de la cinta de correr muestran un VO2 y gasto por metro de la marcha mayor a los del suelo. Mientras que el grupo de la cinta presenta un menor gasto de energía al final de la intervención. |
Bello et al.(36) 2013 | Entrenamiento aeróbico. | 5 semanas | n=22 | Grupo cinta de correr: (n=11) Participantes agarrados y con arneses para evitar caídas. Grupo marcha en el suelo: (n=11) Entrenamiento en instalaciones adaptadas. *Ambos entrenamientos con tres sesiones semanales. Inicialmente partirán con cuatro series de 4’ de andar +3’ de descanso, aumentando una serie por semana. | Evaluación de la pre y post-Intervención: evaluación de la marcha (Test 6’); test de fuerza; TUG | Ambos grupos mejoran la velocidad de la marcha. Los participantes del grupo en cinta de correr además muestran una mejora en la longitud de la zancada. Ninguno evidencia diferencias significativas en el test de fuerza. |
Schiling et al(37) 2010 | Entrenamiento de fuerza y flexibilidad. | 8 semanas | n=19 En fase “ON” de la medicación. | Grupo entrenamiento de Fuerza supervisado (GI): (n=9) Entrenamiento compuesto por un calentamiento seguido de 3 sets al esfuerzo máximo, inicialmente compuesto de 8 repeticiones/set y aumentando un 5% la carga progresivamente. Grupo control (GC): (n=9) Cuidados estándar. | Evaluación pre y post intervención (a las 8 semanas): -Fuerza máxima absoluta en prensa de piernas y fuerza relativa. -Escala de confianza en el equilibrio de actividades específicas. -TUG. Test 6’ marcha. | Test 6’: (p=0,005) Pre=503.3±85.7; post= 540.4±57.7 UPDRS total: GI=19,1±7,0 GC=23,3±18,0 F.máxima: (p=0,001) Mejora de un 29% de la fuerza relative; un 24% de mejora de la fuerza absoluta TUG= 6,1 segundos |
Hass et al(38) 2012 | Entrenamiento de fuerza y flexibilidad. | 10 semanas | n=18 | Grupo intervención (GI): (n=9) Entrenamiento compuesto de 20 sesiones, 2 veces/semana. Grupo control (no contacto)(GC): (n=9) Vida normal sin seguir programas supervisados. | Evaluación Pre y post Intervención: análisis biomecánico del inicio de la marcha, frecuencia cardiaca máxima. | F. máxima: Se registró un aumento de la fuerza absoluta en los MMII. Mejora en los desplazamientos marcha atrás, velocidad e inicio de la marcha. |
Corcos et al(39) 2013 | Entrenamiento de fuerza y flexibilidad. | 24 meses | n=48 En fase “ON” y “OFF” de la medicación. | Grupo con Entrenamiento de Fuerza Progresiva (EFF): (n=24) Entrenamiento compuesto por 11 ejercicios distintos para MMSS y MMII. Durante la primera semana se parte con 1×8 repeticiones que progresan hasta 3×8. Grupo conPrograma Modified Fitness Counts(mFC): (n=24) Entrenamiento con ejercicios centrados en la respiración y en la flexibilidad, ejecutados 2 veces en semana. * Grupos controlados hasta los 6 primeros meses por un entrenador personal 2 veces/semana, y a partir del sexto mes solo una. | Evaluación posterior a la intervención a los 6,12,18 y 24 meses: – En fase “OFF” de la medicación: UPDRS III. – En fase “ON”: UPDRS total. | Tras los 24 meses los resultados de la UPDRS III fueron: ERP con 95% mejora con una diferencia de -7,3 puntos respecto al mFC. |
Conradson et al(38) 2015 | Entrenamiento de equilibrio | 10 semanas | n=100 | Grupo de programa HiBalance (GI): (n=51) Entrenamiento compuesto por ejercicios progresivos de Bp y andando, 3 veces/semana durante 60’ (5’ calentamiento + 50’ ejercicios + 5’ vuelta a la normalidad). Grupo control (GC): (n=49) Vida normal. | Evaluación Pre y Post- Intervención: evaluación de la marcha e nivel de actividad física, mediante un acelerómetro en la muñeca; evaluación del equilibrio. | The-BEST Test: Diferencia de 0,9 en el GC y de 3 en GI (p=0,001) UPDRS: (p=0,711) FES (p=0,636) |
Smania et al(39) 2010 | Entrenamiento del equilibrio. | 7 semanas | n=64 En fase “ON” de la medicación | Grupo experimental (GE): (n=33) Entrenamiento basado en 10 ejercicios adaptados a los participantes y progresivos en cuanto a dificultad y dirigidos a la mejora de las reacciones posturales. Grupo control (GC): (n=31) Entrenamiento con 10 ejercicios no dirigidos a mejorar las reacciones posturales. *3 sesiones de entrenamiento semanal de 20’ durante 7 semanas. | Evaluación pre y post Intervención, y otra al mes:Berg Basal Scale (BBS); ABC y test de transferencia postural; The-BESTest ; número de caídas. | BBS: GI obtuvo una mejora de 16,97 puntos, y una diferencia de p=0,28. ABC: GI mejora de 16,97 (p=0,28) Número de caídas: Se obtuvo un 34,81 al final del test con p=0,51. UPDRS: En el GI se observó se pasó de los 43 puntos iniciales a 45,7 finales. | ||
Volpe et al(42) 2014 | Entrenamiento de ejercicios de equilibrio. | 5 semanas | n=34 Fase “ON” de la medicación. | Grupo Intervención (GI): (n=17) Entrenamiento en agua. Grupo Control (GC): (n=17) Entrenamiento en tierra. *Ambos constaron de 5 sesiones semanales durante 2 meses. Siendo cada sesión de 1 hora (10’ calentamiento, 40’ ejercicios y 10’ vuelta a la calma). | Evaluación Pre y PostIntervención (a los 2 meses): posturografia con ojos abiertos y cerrados; UPDRS II-III; BBS; escala de confianza en equilibrio. | Sin diferencias significativas respecto al entrenamiento terrestre. Demostró ser un ejercicio eficaz y fiable. |
Pompeau et al(43) 2012 | Entrenamiento del equilibrio. | 7 semanas. | n=32 Fase “ON” de la medicación | Grupo Intervención Wii Fit (GI): (n=16) Entrenamiento basado en 10 ejercicios de Nintendo Wii TM con trabajo motor y cognitivo. Grupo Control (GC): (n=16) Entrenamiento con 10 ejercicios globales. *Ambos grupos partieron con 1serie/semana de 30’, hasta finalizar a las 7 semanas con 2 series/semanales de 1h de duración. | Evaluación pre y post intervención (tras 7 semanas y tras 1 mes): UPDRS III; equilibrio estático, dinámico y evaluación cognitiva de Montreal. | Mostró una mejora general del equilibrio, sin diferencias significativas entre los grupos. |
Duncan et al(45) 2012 | Entrenamiento multifacético (Danza) | 12 meses | n=62 Fase “OFF” de la medicación . | Clases de tango Argentino en pareja (pareja sin EP: cuidadores y voluntarios): (n=32) Sesiones de 60’ de tango Argentino dos veces por semana. No intervención/grupo control: (n=30) Rutina normal de actividad física. | Pre (a los 3 y 6 meses), y post intervención: UPDRS I-III; Mini- BESTest; Test 6’; ABC | UPDRS: GI: mejora de 1.8 puntos. Test 6’: Mejora en GI superior a los 0.12m/s. Mini-BESTest: GI consiguió 21,3 ± 1,0, frente a 17,2 ± 1,1 del GC. |
Duncan et al(46) 2014 | Entrenamiento multifacético (Danza) | 2 años. *Pasado un año se les da la posibilidad de continuar y todos aceptan. | n=10 Fase “OFF” de la medicación . | Clases de tango Argentino en pareja (pareja sin EP: cuidadores y voluntarios): (n=5) Sesiones de 60’ de tango Argentino dos veces por semana. No intervención/grupo control: (n=5) Rutina normal de actividad física. | Post intervención, a los 12 y 24 meses: Mini-BESTest; velocidad de marcha; TUG; Test 6’; UPDRS I-III. | Los resultados conseguidos en la intervención durante los primeros doce meses (44) se mantuvieron dos años después. |
Colgrove et al(44) 2012 | Entrenamiento multifacético (Yoga) | 12 semanas | n=13 | Grupo entrenamiento Yoga Iyengar (GI): (n=8) Realización de ejercicios de Yoga Iyengar dos veces por semana, en un total de 24 sesiones. Grupo No Intervención o Grupo Control (GC): (n=5) Vida normal. | Pre intervención , a las 6 y a las 12 semanas: UPDRS III; BBS; ROM y Fuerza de flexión y extensión de cadera, rodilla, tobillo y codo; postura y medidas biomecánicas. | Mejoras cuantitativas en postura y fuerza, ROM y flexión de cadera y tobillo UPDRS (P=0,0004) BBS (p=0,04) |
Abreviaturas:
GI: Grupo Control, GI: Grupo Intervención; FC: Frecuencia Cardiaca; UPDRS: UnifiedParkinson’sDisease Rating Scale; FES: Escala de Eficacia de Caídas; TUG: Time Up and Go; ABC: Activity-Specific Balance Confidence Scale; ROM: Range Of Movement; BBS: Berg Balance Scale; ABVD: Actividades Básicas de la Vida Diaria.
DISCUSIÓN
Dentro de los estudios basados en entrenamientos aeróbicos (33-36) se puede observar una concordancia entre los resultados obtenidos por sus correspondientes autores al asegurar que los ejercicios de tipo aeróbico ofrecen una mejora de la marcha y de su velocidad, pero son los ejercicios en cinta los que ofrecen mejores resultados. Estos, además de la mejora de la marcha, muestran mejoras del equilibrio y un menor gasto de O2 a pesar de requerir un mayor gasto metabólico. Shulman et al (33) añade que los resultados eran mejores en los entrenamientos de baja intensidad, Nadeu et al (34) observó mejoras simultáneas de los síntomas no motores.
Por otro lado, los entrenamientos de fuerza y flexibilidad (37-39) son los indicados para mejorar la fuerza muscular, especialmente observable en los MMII. Resultados que Corcos et al (39) en su intervención demostró que se mantenían a los 12, 18 y 24 meses.
También se mostraron eficaces como tratamiento no farmacológico en EP los ejercicios de equilibrio propuestos (40-43). Por un lado Conradson et al (40) y Smania et al (41) observaron una mejora de los reflejos corporales así como del equilibrio postural. Esto se traduce en una disminución de caídas durante la vida diaria, lo que disminuye el coste de la enfermedad al evitar las fracturas y heridas consecuentes de estos sucesos adversos. Smania et al (41) además señaló una tendencia positiva durante su estudio a aumentar la confianza de los participantes, y la disminución de los signos de depresión. Sin embargo, estos resultados no se mantuvieron a largo plazo, y en posteriores evaluaciones post intervención se vieron alterados. Por otro lado, en las terapias alternativas propuestas por Volpe et al (42) y Pompeau et al (43), hidroterapia y entrenamiento a través de la Nintendo WiiTM respectivamente, no se vieron diferencias significativas frente un entrenamiento normal.
En general, se demostró que no todos los tipos de entrenamiento producen los mismos efectos ni beneficios. Por lo tanto, dado el carácter multifactorial y que afecta a varios sistemas, se ha comenzado a investigar el ejercicio multifacético como los más indicados (30, 45, 46). Ejemplo de ello son el taichí, el yoga o la danza donde se trabaja el equilibrio, la fuerza, la movilidad articular y la flexibilidad; y resulta ser un excelente ejercicio aeróbico (30).
Partiendo de estudios homólogos relacionados tanto como con el baile como con el yoga, Duncan et al (45,46) y Colgrove et al (44) muestran una gran mejoría a nivel físico y mental de los participantes, así como un gran aumento de la autoestima y disminución del concepto de severidad de la enfermedad. Por ello se propone el baile como el posible mejor tratamiento no farmacológico basado en la terapia física para la EP, y se señala el tango como el más adecuado debido al desafío mental, y por lo tanto activación cognitiva que supone. Por otro lado, la música sirve de ayuda para facilitar el movimiento, y se trata de un ejercicio que implica estrategias cognitivas de movimiento (30).
Tras el análisis realizado, se puede afirmar con certeza que el entrenamiento y por lo tanto terapia más eficaz es aquella que involucra ejercicios de los distintos tipos y estilos, combinándolos con estímulos y estrategias cognitivas y externas como efectos auditivos o visuales. Por ello, se recomienda a los pacientes, siempre de forma individualizada y adaptada, realizar ejercicios multifacéticos como pueden ser cualquier estilo de baile, taichí o el yoga, siendo la modalidad denominada Iyengar la más recomendada.
También debe destacarse el papel del apoyo emocional y psicológico durante todo el entrenamiento, debido a los factores emocionales existentes, fundamentalmente relacionados con la sintomatología no motora del paciente.
Por todo lo anterior, a continuación se propone una guía de recomendaciones para la realización de EF. Estos ejercicios han sido propuestos de acuerdo con los resultados de los estudios (33-46), así como con las recomendaciones de las guías citadas (29,30,32) y las cuales han sido sintetizadas en la tabla 3 en función a los objetivos que deseen conseguir prioritariamente.
Por otro lado, dada la naturaleza crónica de la EP junto al impacto multidimensional que causa sobre quien la padece y su entorno, se debe plantear un abordaje biopsicosocial donde la enfermería juega un papel determinante (1), especialmente la Atención Primaria (AP).
Tras el diagnóstico e implantación de un tratamiento, se recomienda iniciar un seguimiento integral por el profesional de enfermería donde principalmente se llevarán a cabo las actividades de prevenir (caídas, malnutrición) y enseñar (ejercicios a seguir). La educación para la salud (EPS) en los estadios iniciales de la enfermedad es fundamental para apoyar la autonomía del paciente (47). De esta forma, el paciente podrá ir realizando las recomendaciones y actividades físicas por su cuenta de forma continuada. Sin embargo, debido al deterioro cognitivo y físico característico de esta enfermedad, conforme avance la enfermedad el paciente podría necesitar la ayuda del cuidador para aprender nuevas técnicas, así como desarrollarlas. Esto pone en valor la importancia de formar también a los que lo rodean con el objetivo de mantener la funcionalidad y la autonomía.
Para ello, en cada visita es conveniente que la enfermera de AP realice un seguimiento donde se evalúen los siguientes puntos (47):
- Estado de salud general: estado nutricional, aparición de nuevos síntomas o evolución de los ya presentes.
- Grado de autonomía y su consiguiente grado de dependencia. – Adherencia y respuesta al tratamiento, y en este caso a la terapia física.
- Necesidad del establecimiento de nuevos ejercicios y medidas de protección en base a las limitaciones que presenten los pacientes.
Tabla 3.Recomendaciones y aplicaciones clínicas en la terapia física como tratamiento en la EP
(elaboración propia)
OBJETIVO PRINCIPAL | EJERCICIO PROPUESTO | DOSIFICACIÓN | OTRAS MEJORAS CONSEGUIDAS |
Disminución del síntoma motor de la bradicinesia
Mejora de la marcha y aptitud cardiovascular | Marcha en cinta | A intensidad alta – vigorosa 3 veces a la semana en sesiones de 20 minutos. | Mejora del equilibrio (36), disminución del gasto metabólico y del consumo de O2 (34) |
A baja intensidad 30 minutos 5 días semanales. | Mejora del equilibrio (36) con un aumento de la velocidad en el inicio de la marcha (33). | ||
Caminar | Diariamente un mínimo de 20 minutos diarios. | Aumento de la velocidad de la marcha (33). | |
Mejora de la fuerza relativa y potencial de los MMII | Ejercicios con mancuernas y pequeñas pesas para fortalecer brazos | Ejercicios alternos con 2-3 series cada uno de 8-10 repeticiones respectivamente, dos veces a la semana. | Aumento de la velocidad de inicio de la marcha (37,38), y disminución del número de caídas (39). |
Ejercicios con goma elástica para brazos y espalda | |||
Presa de piernas, carga de piernas con o sin pelota, extensiones Hammer |
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Disminución de la resistencia muscular y de la flexibilidad de los pacientes | Estiramientos de los pectorales, bíceps y tríceps. | Estiramientos al final de cada entrenamiento indiferentemente al tipo de ejercicio realizado de al menos 10 minutos por sesión con un tiempo semanal ideal de 60 minutos. | Disminución del número de caídas (39) y aumento progresivo de la confianza en los pacientes (41,42). |
Rotación de tronco, abducción de cintura y estiramiento lumbar. | |||
Estiramientos de isquiotibiales y gemelos | |||
Mejora de los reflejos corporales | Marcha en cinta a alta y baja intensidad. | De 3 a 5 sesiones semanales con sesiones de 30 o 20 minutos respectivamente a la intensidad del entrenamiento. | Aumento de la flexibilidad (41-44), mejora de la marcha (33-36), disminución del gasto metabólico y del consumo de o2 (34) y aumento de la velocidad inicial de la marcha (33). |
Natación | Sesiones de 30 a 60 minutos tres veces a la semana. | Aumento de la flexibilidad (41-44), mejora de la autoestima y confianza en los pacientes (43), con una disminución significativa del número de caídas (41-43). | |
Juegos interactivos con WiiTM (Just Dance, Wii Sport, Wii Balance) | 180 minutos a la semana. | Aumento de la flexibilidad (41-44), mejora de la concentración y aumento de la actividad cognitiva, mejora de la autoconfianza en los pacientes al realizar ejercicio (43), disminución importante del número de caídas (41,42,44). |
LIMITACIONES
Pese a que el EF presenta una efectividad bastante alta en la disminución de los problemas motores de los pacientes con EP, pocos son los estudios que incluyen una valoración de la incidencia de la AF o EF en los síntomas no motores como la depresión. Por el contrario, la mayoría de las intervenciones se centran en grupos en una única fase de medicación, lo cual hace que los resultados no sean totalmente fiables, y sería necesaria una comparación para descartar que los resultados pudiesen variar.
Por otro lado, la mayoría de los estudios trabajan con muestras pequeñas, que por lo general solo incluyen participantes en los estadios iniciales de la enfermedad, y siempre libres de una enfermedad simultánea, por lo que los resultados no se pueden generalizar a toda la población. Otra limitación es que son muy pocos los estudios que evalúan el mantenimiento de los resultados tras los 12 meses de la intervención, cuando se ha demostrado que uno de los aspectos más difíciles de alcanzar es el cumplimiento de la terapia a largo plazo por falta de adherencia al tratamiento.
Por último, la heterogeneidad de las escalas de valoración utilizadas hace que los resultados de muchos estudios no se puedan contrastar entre sí.
CONCLUSIONES
A pesar de los avances científicos, la EP es un trastorno que sigue produciendo alteraciones importantes en los pacientes y que no presenta cura. El tratamiento farmacológico es aquel de elección actual, sin embrago, los ejercicios y entrenamientos físicos pueden ser una estrategia efectiva para retrasar el progreso y empeoramiento de la enfermedad. De hecho, aunque los instrumentos de valoración fueron heterogéneos, el EF parece tener una clara efectividad en el tratamiento de los síntomas motores de la EP. A la hora de recomendar la práctica de EF debemos tener en cuenta que influyen numerosos factores: condición física, síntoma que se pretende mejorar, etc.
El ejercicio aeróbico resulta ser el más eficaz en la mejora de la aptitud cardiovascular y la marcha. Mientras que los ejercicios de fuerza, flexibilidad y equilibrio son más útiles para mejorar la masa muscular y mejorar los reflejos posturales, respectivamente. Sin embargo, siguen siendo los ejercicios multifacéticos los más indicados para estos pacientes, al combinar ejercicios y técnicas de los diferentes entrenamientos con estrategias externas y cognitivas como la música.
La enfermería es una profesión que abarca un amplio abanico de habilidades y conocimientos que debe ser actualizado continuamente. Es por ello que esta revisión bibliográfica ha pretendido ampliarla escasa base conocida sobre este tratamiento y sus fines terapéuticos. Según los resultados de la misma, parece evidente que se deberían llevar a cabo programas y protocolos estandarizados para este tipo de pacientes, los cuales deben incluir un seguimiento que permita comprobar su correcta realización y el efecto sobre los síntomas depresivos. La AP puede ser el lugar idóneo para enmarcar un programa de ejercicios para estos pacientes que, en la práctica, se realiza con escasa frecuencia.
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ANEXO
Anexo 1: Escala UnifiedParkinson’sDisease Rating Scale (UPDRS) (IIV)(adaptación propia a partir de 48)
I | ESTADO MENTAL. COMPORTAMIENTO Y ESTADO DE ÁNIMO | ||
1. | Alteración del intelecto | ||
2. | Trastornos del pensamiento | ||
3. | Depresión | ||
4. | Motivación-iniciativa | ||
PUNTUACIÓN TOTAL SUBESCALA I*1: 16 | |||
II | ACTIVIDADES DE LA VIDA DIARIA | ||
5. | Lenguaje | ||
6. | Salivación | ||
7. | Deglución | ||
8. | Escritura | ||
9. | Cortar alimentos y manejar cubiertos | ||
10. | Vestido | ||
11. | Higiene | ||
12. | Dar vueltas en cama y ajustar la ropa de cama | ||
13. | Caídas (Sin relación con el fenómeno de “congelación”) | ||
14. | Congelación al caminar | ||
15. | Caminar | ||
16. | Temblor | ||
17. | Síntomas sensoriales relacionados con el parkinsonismo | ||
PUNTUACIÓN TOTAL SUBESCALA II*1: 52 | |||
III | EXPLORACIÓN DE LOS ASPECTOS MOTORES | ||
18. | Lenguaje | ||
19. | Expresión facial | ||
20. | Temblor de reposo en MMSS | ||
21. | Temblor en reposo en MMII | ||
22. | Temblor en acción o postural de las manos | ||
23. | Rigidez axial *2 | ||
24. | Rigidez MMSS *2 | ||
25. | Rigidez MMII *2 | ||
26. | Golpeteo de los dedos | ||
27. | Movimientos alternantes con las manos | ||
28. | Movimientos rápidos alternantes de MMSS | ||
29. | Agilidad de los MMII | ||
30. | Levantarse de la silla | ||
31. | Postura | ||
32. | Marcha | ||
33. | Estabilidad postural | ||
34. | Bradiquinesia e hipoquinesia | ||
PUNTUACIÓN TOTAL SUBESCALA III*1: 68 | |||
IV | COMPLICACIONES DEL TRATAMIENTO | ||
A. | Discinesias | ||
35. | Duración | ||
36. | Incapacidad | ||
37. | Discinesias dolorosas | ||
38. | Presencia de distonía matutina | ||
B. | Fluctuaciones clínicas | ||
39. | Presencia de periodos OFF predecibles | ||
40. | Presencia de periodos OFF impredecibles | ||
41. | Promedio de la proporción del día en el que el paciente está en periodo OFF durante la vigilia. | ||
C. | Otras complicaciones | ||
43. | Presencia de anorexia | ||
44. | Presencia de trastornos del sueño | ||
45. | Presencia de ostostatismo sintomático | ||
PUNTUACIÓN TOTAL SUBESCALA IV*3: 23 | |||
PUNTUACIÓN ESCALA UPDRS TOTAL: 159 |
*1: Valorado de 0 a 4, siendo 0 “nulo” y 4 “total”. *2: Sin contar rigidez en rueda desdentada.
*3: Valorado de 0 a 1, siendo 0 “no” y 1 “si”